Alumnos de la carrera de ingeniería industrial buscan incorporar estos restos a la dieta de cerdos, cumpliendo con las exigencias nutricionales requeridas
Por Daniela Orlandi
Una planta de procesamiento de frutilla en Lules produce -en temporada- 4.500 kg de residuos por día. Esos restos están compuestos por la parte superior, la hoja, el tallo y el cabo de la fruta. En la actualidad, en Tucumán, se utilizan esos residuos para abono, pero sin tratamiento. Entonces, una vez que se descomponen, generan mal olor. Pero si se reutilizan, esos restos pueden resultar económicamente redituables y, al mismo tiempo, generar un impacto positivo en el ambiente.
Precisamente, estudiantes de la Facultad de Ciencias Exactas y Tecnología de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) proponen incorporar estos residuos en la dieta habitual del cerdo. La alimentación de estos animales suele estar compuesta por maíz molido y, en un menor porcentaje, por expeller de soja (la soja procesada). Esta mezcla se utiliza, en especial, para aquellos casos de porcinos cuya carne se comercializa, porque mantienen una dieta balanceada desde el punto de vista nutricional.
Emiliano Cremona, Ricardo Romero, Melanie Oscares y Luis Caro cursan el último año de ingeniería industrial, y están guiados en su estudio por la ingeniera química Susana Chauvet, de la cátedra de Gestión de Calidad. Los jóvenes analizaron estos residuos para conocer la conveniencia de incorporarlos a la dieta del animal. Tomaron como punto de partida la información nutricional de la frutilla cultivada en la zona de Lules. La compararon con la composición nutricional de la hoja de lechuga que, en algunos casos, suele utilizarse para alimentar cerdos, ya que el animal la acepta muy bien.
Los estudiantes determinaron en qué proporción está presente cada componente del residuo de la frutilla, luego del proceso de despalillado. Este se realiza cuando a la fruta fresca se le desprende la parte superior donde se encuentran el cabo y las hojas, para posteriormente congelar la fruta que se destina a la industria. El resultado determinó que tal residuo está integrado por un 67% de fruta y un 33% de hoja, tallo, palitos y cabo. Para que se cumplan las exigencias nutricionales óptimas en la dieta del animal, los estudiantes calcularon que pueden incorporar hasta un 11% de residuos de frutilla procesada. Esos restos se mezclarían con el maíz en una cantidad equivalente al 78% y con el expeller de soja en otro 11%.
Cremona dijo que la iniciativa tiene doble impacto positivo: por un lado para los packings de frutilla porque les alivia la carga de residuos de la fruta y, por otro, para el criador de cerdos, porque les abarata los costos de alimentación. Cremona precisó que la alimentación representa el 80% de los gastos totales que demanda la cría de porcinos.
Romero indicó que resulta muy sencillo reutilizar los residuos de la frutilla y precisó que puede aplicarse con el residuo fresco o procesado. Advirtió que el productor puede buscar estos restos del empaque y dárselo al animal en el mismo día, en la proporción indicada. Precisó que, en ese caso, el único costo sería el de traslado. La otra opción pasa por secar la mezcla, si el productor no lo utilizará en el momento. En ese caso, el criador o un grupo de ellos deberían contar con un horno para realizar el secado.
Los alumnos realizan actualmente pruebas y mejoras de su proyecto en el Laboratorio de Gestión de Calidad de la FACET, que cuenta con un horno donde pueden quitar la humedad a la mezcla para, luego, almacenarla.
Caro detalló que en sus ensayos licúan el residuo, tal como lo obtienen del empaque; que luego mezclan el líquido espeso resultante con el maíz y con la soja, en la proporción antes señalada. Obtienen una masa húmeda que, luego de que se seca en el horno, puede ser presentada de diferentes formas: desde bastoncitos, hasta pequeñas bolitas o un granulado homogéneo.