En poco más de 20 años, las mujeres pasaron de conducir del 42% al 64% de las investigaciones. Sin embargo, al frente de los institutos y en otras áreas de toma de decisiones siguen siendo minoría.
Por Daniela Orlandi
La Universidad Nacional de Tucumán (UNT) registra un notable crecimiento en la cantidad de mujeres a cargo de la dirección de proyectos de investigación, respecto de mediciones de dos décadas atrás. El incremento se percibe en la cantidad de Proyectos de Investigación de la UNT (PIUNT) que son financiados por esta Casa de Estudios. Sobre un total de 420 proyectos, 269 (el 64%) son encabezados por mujeres.
Actualmente la UNT registra poco más de 1.950 docentes investigadores en total, de los cuales el 65% son mujeres, de acuerdo a los datos de 2018 que maneja la Secretaría de Ciencia, Arte e Innovación Tecnológica (SCAIT).
En 1995, sobre un total de 224 proyectos y programas de investigación administrados por la UNT, 95 fueron dirigidos por mujeres (un 42%). Si se comparan esas cifras con las del año pasado implica un crecimiento de un 22% en la representación de mujeres al frente de programas de investigación, en los últimos 23 años. En ese momento se registraba un total de 1.592 investigadores, de los cuales 903 eran mujeres.
Las actuales cifras resultan alentadoras porque son superadoras de la media nacional en cuanto al porcentaje de mujeres que dirigen proyectos -ya que sumando todas las categorías de investigación- arrojan un porcentaje inferior al 50%. Esto no significa que en la UNT la situación para las mujeres sea de plena equidad ni que esté ajena a la realidad nacional: aún es un ámbito en el cual a la mujer le resulta muy difícil progresar en su carrera.
En el país, la abrumadora mayoría de las mujeres siguen sin poder acceder a puestos claves. Datos del Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología señalan que la composición de mujeres y hombres científicos es de 60-40, respectivamente. Sin embargo, sólo el 11% de las 20.679 científicas alcanzó la categoría de investigador superior -en el caso de los varones, llegó el 17% de los 13.645.
En cuanto a los claustros universitarios en Argentina, el 89% de los rectores son varones, al igual que el 73% de los vicerrectores y más de la mitad de los secretarios de ciencia y tecnología. En el ámbito local, en la conducción de las 13 unidades académicas de la UNT también se registra una mayoría masculina: ocho frente cinco. Además, casi todas las decanas conducen facultades humanísticas (Arte, Filosofía, Psicología y Derecho). En cuanto a los institutos de investigación de doble dependencia entre la UNT y el Conicet, a la mayoría los dirigen hombres.
“Las barreras de cristal persisten”
Beatriz Garrido, doctora en Historia de la UNT y máster en problemáticas de género, señala que en el ámbito de la práctica científica universitaria los obstáculos objetivos y el “techo de cristal” persisten: “encontramos barreras internas -que se relacionan con la imagen que las mujeres perciben de sí mismas y con los límites que se autoimponen- y barreras externas -las impuestas socialmente-“.
Agrega que las mujeres continúan eligiendo profesiones que les permite mantener roles tradicionales -amas de casa, madres o esposas-, aun cuando no existen impedimentos aparentes para que prefieran cualquier otra.
Según Garrido, las estudiantes siguen eligiendo carreras tradicionalmente reputadas como “femeninas”. Por ejemplo, los profesorados de Filosofía y Letras, Ciencias de la Educación, Psicología, Bioquímica y Enfermería. No obstante esto, advierte una importante presencia de mujeres en carreras tradicionalmente consideradas como “masculinas” (Medicina, Derecho, Ciencias Sociales y Ciencias Económicas) a punto tal que ahora pueden considerarse territorios intermedios.
Finalmente, detalla que se mantiene como reducto de claro dominio masculino el área de las ingenierías y de las Ciencias Exactas (aunque se observa una tendencia cada vez más sostenida hacia la incorporación de mujeres).
“Ser mujer no implica automáticamente tener conciencia de género”
Marcela Vignoli, doctora en Humanidades de la UNT y especialista en temas de género, afirma: “el hecho de ser mujer no habilita automáticamente a tener consciencia de género, ni mucho menos a ser feminista”. La afirmación surge en respuesta a que una mayor presencia de mujeres en cargos directivos no siempre se ve reflejada en la implementación de políticas de género. “Hemos visto pasar mujeres en la gestión, que no dejaron políticas de género, en cuanto a maternidad, licencias y guarderías”, acusa.
Vignoli asegura que tener conciencia de género implica reconocer que hay un conflicto, comprender que hay impedimentos que pueden ser desde violentar o agredir a una mujer hasta negarle igualdad de oportunidades. Y agrega que para solucionar esto hay que llevar adelante políticas públicas.