A comienzos del siglo XX, con el descubrimiento de los grupos sanguíneos, se efectuaron los primeros intentos de transfusiones con cierta seguridad, pero la sangre se coagulaba impidiendo el buen resultado de la técnica.
El 9 de noviembre 1914, el Dr. Luis Agote, médico, investigador y político argentino, descubrió el método del citratado, que hacía incoagulable la sangre; cuando se iniciaba la Primera Guerra Mundial, realizó la primera transfusión, y el procedimiento luego permitió salvar vidas transfundiendo a los heridos en los campos de batalla.
El Dr. Agote decidió no patentar su descubrimiento, convencido de que pertenecía a la humanidad toda.